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El Centro Vacacional Mar Brillante: Cap. 2 ¿Algo de Beber?

cosquiheyooo

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Jan 24, 2022
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Este capítulo contiene:

  • dominación con los pies – F/F
  • tortura por cosquillas intensa F/F, FF/F (real), MMF/F (insinuada)
  • bondage extremo
  • instancias del consentimiento dudoso (pero todos lo pasen bien) – consulta el prólogo a la serie para una descripción completa de lo que significa esto
  • excelentes recomendaciones de música

Esté capítulo no contiene a ningunos personajes con menos de 18 años, ni ningún otro capítulo.


Capítulo anterior: Cap. 1 Prepárese

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El Centro Vacacional Mar Brillante
Capítulo 2: ¿Algo de Beber?


<música: ‘Motives’ de PLS&TY>

Isabel sigue el camino hasta emerger
al borde de la pista de baile.
Cree ver un bar al otro lado de la sala absolutamente enorme
y decide empezar por tomar una bebida
y orientarse a todo.
No se le ocurre comprobar lo larga que realmente es
la pared curva monstruosa,
ni cuántas cabezas más están atrapadas allí.
No, en este momento, Isabel está cautivada por
cada nueva persona exótica y espectacular
que le roza con cada pocos pasos que da
a través de la pista.
Hay tantos colores llamativos entre toda la ropa de la gente
que empieza a preocuparse por haberse vestido mal
para un lugar así.
Creyendo que el ambiente iba a ser más formal que neón,
había elegido un vestido granate con pendientes de aro
y sus fieles cuñas de cuero.
Según su experiencia, a las chicas con ganas
de estar debajo de una mujer mayor
les atrae un aspecto más clásico,
y las cuñas enmarcan bien un pie
grueso y redondo.

Una joven la mar de bella* pasa por su lado
y la desconcentra a Isabel al instante,
principalmente porque lleva un arnés
que le sujeta los manos detrás de su cabeza
y los codos en alto,
exponiendo por completo sus axilas,
las que tienen blancos luminosos pintados.
En el torso lleva solo una pañoleta celeste
decorada con espirales hipnóticos
que cubre sus pechos,
y se ha aprovechado del espacio adicional
por pintar las palabras
«MIS SOBACOS REQUIEREN TU ATENCIÓN»
en su barriga,
con flechas dirigidas a los blancos.
Isabel no quiere dejarla escapar,
pero no reúne el valor a tiempo.
«¡Permiso!» grita repentinamente
un hombre con sombrero de fieltro*
momentos antes de atravesar la multitud
delante de Isabel,
seguido por una pequeña caravana.
Dos personas le están llevando a una chiquita*,
un hombre* adelante sosteniendo sus tobillos
y una mujer* atrás sosteniendo sus muñecas.

«¡Por favor! ¡Suéltenme, por favor! ¡No lo hagan esto, se lo suplicoooo!»

Y después de que pasan, así como así,
la joven con el arnés y las axilas pintadas
ha desaparecido en la multitud.

Molesta, Isabel mira hacia delante
y marcha hacia el bar con determinación.

* joven la mar de bella

<nombre: desconocido; presentación de género: femenino; edad: 25; pelo: castaño oscuro,medio largo, liso; piel: aceitunado; altura: 5'7" 170 cm; peso: 133 lbs 60 kg; físico: delgado, suaves características; voz: de soprano; uñas: azul aguamarina; pies: tamaño 7 USA 4.5 UK 37.5 EU>

* hombre con sombrero de fieltro

<nombre: desconocido; presentación de género: masculino; edad 35; pelo: bajo un sombrero de fieltro; piel: marrón claro; vello facial: barba de media tarde; altura: 6’0" 183 cm; peso: 175 lbs 79 kg; físico: atlético; voz: de barítono; uñas: normales;pies: tamaño 11 USA 10.5 UK 45 EU>

* chiquita

<nombre: desconocido; presentación de género: femenino; edad 22; pelo: rojo, medio largo, ondulado; piel: marrón medio; altura: 5'3" 160 cm; peso: 96 lbs 44 kg; físico: menudo; voz: de soprano; uñas: morado; pies: tamaño 5 USA 2.5 UK 35 EU, con altos arcos y dedos redondos>

* hombre adelante

<nombre: desconocido; presentación de género: másculino; edad 30; pelo: desconocido, bajo un sombrero de calamar con colores de arcoíris; piel: pálido, muy velludo, cara pintada por completo con colores de arcoíris; altura: 6’1" 185 cm; peso: 218 lbs 99 kg; físico: alto y robusto; voz: de bajo; uñas: normales; pies: tamaño 14 USA 13.5 UK 50 EU>

* mujer atrás

<nombre: desconocido; presentación de género: femenino; edad 37; pelo: negro azabache, en larga coleta; piel: marrón oscuro; altura: 5’9" 175 cm; peso: 151 lbs 68 kg; físico: promedio; voz: de contralto; uñas: moradas, con manicura francesa; pies: tamaño 8.5 USA 6 UK 39 EU>

El bar tiene unos treinta taburetes
bajo la supervisión de cinco camareros.
El área detrás de la barra está iluminada
por luces de azul eléctrico, y por eso,
el bar brilla como un faro en la oscuridad.
La barra es decorada con luces de cadena
del mismo color por su borde.
Lo que Isabel no había notado a distancia
es que unos diez pares de pies
sobresalen de la barra hacia arriba,
uno por cada tres asientos.
Qué delicioso aperitivo
—aunque solo quedan tres opciones
que ya no están ocupadas.
Isabel ha perdido toda la paciencia con las dudas.
Se esfuerza para evaluarlas rápidamente
y confía en sus instintos sin detenerse.

Al llegar a su asiento elegido,
habiéndolo reclamado para sí,
toma un momento con una mano
reposada sobre el respaldo del taburete
para mirar a su presa* con ojos curiosos.
Así como las cabezas en la pared antes,
el superficie de la barra envuelve los tobillos
como cepos empotrados.
Hay suficiente espacio entre los dos para tener
una bebida y una comida cómodamente.
Los dedos torneados, apuntadas hacia Isabel,
están fijos por una especie de abrazadera de metal
atornillada a la barra
que los sujetan con alambre fino
a la punta y al medio
para asegurar la inmovilidad absoluto.
Las plantas pálidas, enmarcadas por
un hermoso color más oscuro a sus bordes,
presentan una superficie suave y cálida
y acogedora para explorar.

No tiene tiempo para preguntarse mucho
antes de que suelta un pequeño grito de sorpresa.
Al sacar el taburete de la barra,
por fin nota la cabeza de su víctima*
sobresaliendo de la base de la barra,
orientada hacia arriba,
y por fin a Isabel la nota su victima también,
«Oh … hola» dice derilantemente.
Luego se abre más los ojos de repente
y la mira a Isabel más de cerca.
Aclara su garganta.
«Hola» dice, esta vez soñadoramente. «Lo siento, estaba soñando despierta».
Tiene labios carnosos,
hoyuelos encantadores,
cejas tupidas,
maquillaje de los ojos artero
con largas curvas derrochadoras
y una mirada constantemente pacífica y hipnótica.
Encima de su cara aparecen las palabras
«REORGANIZA MI CARA
CON TUS PIES POR FAVOR
»
en letras brillantes.

* víctima de Isabel

<nombre: desconocido, ‘hadita’ en la mente de Isabel; presentación de género: femenino; edad ~27; pelo: negro, corto, crespo, desarreglado; piel: marrón medio; altura: 5'9" 175 cm; peso: ~150 lbs 68 kg; físico: andrógino pero curvilíneo; voz: de contralto, estrafalario; uñas: desconocidos; pies: tamaño 8.5 USA 8 UK 42 EU, torneados y suaves>

«No hay problema» responde Isabel severamente y se sienta. «Te ayudaré a despertar».

«Ah, hmm» … Aclara su garganta otra vez. «Ah ... sí por favor» dice con profesionalidad a pesar de su excitación visible.

Isabel se empieza a quitar una delas cuñas con el otro pie. «No sé lo que es normal acá, pero conmigo, cuánto más felices están mis pies, menos sufren mis juguetes. ¿Qué te parece?»

«Eso es lo normal acá».

Isabel apoya su pie libre en el cuero cabelludo de su bella hadita,
con su corto cabello liso y brillante entre los dedos,
mientras se quita el otro zapato contra la pata del taburete.
La hadita deja escapar un jadeo,
cierra los ojos,
y suplica silenciosamente con sus labios separados.
«Y eso no plantea ningún problema en absoluto, mi señora» dice ansiosamente.

«Maravilloso».

El segundo zapato cae al suelo con un golpe sordo,
y Isabel siente la forma de las cejas y las mejillas de la hadita
mientras sus plantas se deslizan contra su cara
hasta que sus dedos sedosos llegan a su mandíbula
y la agarran repetidamente.
Los sonidos que emite la hadita
ya no tienen ninguna posibilidad de escucharse,
pero Isabel siente que el calor de un respiro profundo
radia bajo las almohadillas de sus pies,
y los pies de la hadita se ponen tensos
lo poco que pueden.

<música: ‘Paper Love’ de Allie X>

Isabel descansa las muñecas muy pausadamente
sobre los dedos de la hadita
y conjura dos pequeños ciclones con las uñas
que comienzan una caminata lenta
de arriba a abajo por sus arcos.
chamuscando los nervios enterrados abajo.
Isabel siente por sus plantas
que la hadita ha gritado algo.
Isabel tiene que aumentar la cantidad de fuerza
que utiliza para mantener los pies abajo.
Inmediatamente después,
siente el ardor del primer mordisquito
seguido por el hormigueo cálido y encantador
de una lengua volviéndose loca en todas direcciones
contra la piel sensible de un pie.
Para premiarla a la hadita por su obediencia,
Isabel concede su petición
y empieza a reorganizar su carita.

«Buenas Señora, ¿algo de beber?» le pregunta a Isabel un camarero.

Isabel no se dió cuenta de que él se había acercado hasta este momento.
Por un breve momento, Isabel le mira como un animal.
«Ah — sí. Una piña colada, súper fuerte. Y uno más en diez minutos por favor.»

«Dos piñas coladas, muy fuertes, una en diez minutos. Entendido. ¿Quiere algo más?»

Los pies de Isabel se turnan para
absorber los gritos de la hadita
que oscilan frenéticamente entre el pánico
y el deleite.
De vez en cuando, los gritos se atenúan
y dan paso a la vibración de gemidos apasionados
mientras la hadita restriega cada centímetro
de las plantas y talones texturados de Isabel
con sus labios tan pecaminosos y desvergonzados.
«No … nada más. Muchas gracias» Isabel logra decir.

«Dale, todo bien. Vuelvo pronto».

Una vez que se ha ido el camarero,
Isabel roza las bolas de los pies bruscamente,
esparce su ataque de ciclón
por toda la superficie de las plantas de la hadita
y luego mueve los pies a los lados de su cara
para ver la devastación que ha provocado.
Tiene una risa la mar de dulce.
Su maquillaje está todo untado,
y lágrimas han empezado a correr sus mejillas.
«¡Mierda mierda mierda!» dice con la voz quebrada
entre ataques de risitas y chillidos.
«¿¡Cómo ha sido su estancia has—AY—hasta ahora!?» logra gritar.

«Apenas ha comenzado» responde Isabel con voz intimidante,
sin levantar la vista de los pies de la hadita.

«¡Estupendo! — ¡¡AYY!!»
Isabel empieza a trabajar con las uñas en sus talones
y a la vez da un mordisquito
justo debajo de los dedos de su pie izquierdo.
«¡Bien! ¡Basta! ¡Ay carajo! ¡Alguien me ayude!»
La hadita parlotea tonterías así
cada vez que tiene éxito en tomar un respiro.
«¡Debes parar! ¡No puedes hacerme esto!
¡Alguien por favor! ¡¡Es malvada!!
»

«El momento perfecto» dice Isabel mientras el camarero coloca su bebida entre los tobillos de la hadita. «Ha sido un placer conversarnos, cariño».
Sus gruesos pies volver a enterrar la cara de la hadita
con espacio suficiente para descansar sus talones
en su cabello
y colgar sus dedos en el aire bajo su barbilla.
La cara de la hadita se derrite en la sumisión sin dudar.

Isabel se conoce bien:
la segunda piña colada llega poco tiempo
después de que acaba la primera.
La hadita recibe un momento fugaz de piedad
mientras Isabel le agradece al camarero.
Levanta el pie derecho un poquito de su cara,
y la hadita aprovecha la oportunidad:

«¡Señora! ¡Mi señora! No» — Tose. «¡No pares!»

«Por Dios, ¿”no pares”? ¿En serio? Ya me pareces linda sin nada del cliché, mija».

«No, quiero decir» … Jadea. «No pares hasta que salga de aquí. Algo así como … veinte minutos. Mi turno termina en veinte minutos. No … mierda … No permitas que nadie más tome tu puesto. … Toma mi etiqueta en cuanto me liberen. Llévame a tu suite. Hazme más cosas impuras. ¿Me entiendes?»

Isabel levanta las cejas pensativamente y mira hacia delante
mientras toma el primer trago de su bebida,
sobresaltada y tentada.
Apenas ha pensado en su suite desde llegar.
Y esta bella hadita quiere que Isabel le arrastre allá
y se aproveche de ella por la noche entera.
Isabel manea los dedos de sus pies contra su cara
con expectación.
«Trato hecho, mi preciosa hadita. Buena suerte ahí abajo hasta entonces».
Toma otro gran trago de su bebida
antes de lanzar un ataque de círculos con la lengua
por el centro de las plantas de la hadita.
Emite un grito temblando
con sus sentimientos girando y mezclándose.

Algo que Isabel aún no ha notado
es que los sonidos melodiosos
que ha logrado sacar de esta lindura
han llamado la atención y unos vistazos
de muchos de los clientes agrupados alrededor de
los dos pares de pies a cada lado de Isabel.
Ella también ha echado unos vistazos propios.
Hay una electricidad constante en el aire por este lugar.
La música de la dominación a su izquierda
se une en sus oídos
con la sinfonía de arrasamiento mental a su derecha,
y ambas se unen con el rugido continuo
de cientos de víctimas y el martilleo de la música
detrás de ella,
y todo le está convirtiendo en un conducto en el circuito
cada vez más con cada minuto que pasa.

Por eso, cuando alguien pone la mano
sobre el hombro derecho de Isabel,
aunque está muy consciente del tacto,
se siente segura y relajada.

«Hola, cariño. Disculpas por interrumpir».
Resulta que la mano sobre su hombro
lleva un guante de verde esmeralda hasta los codos
con una línea de mechones extravagantes
de cabello cian llamativo
por su longitud.
Su dueña* lleva un vestido verde esmeralda
con hombros abiertos
y tiene el pelo teñido en verde esmeralda
para hacer juego.
«Te veía trabajar, y noté tu sombrero de novato. Si no, no sabría que eres nueva. Tú nos has impresionado a nosotros ahí atrás».

Isabel se da vuelta para ver a esta persona carismática cara a cara,
y la enfrentan gafas de sol moradas y muy angulosas.
«Me siento halagada» responde Isabel.

«¿Te interesa algo de apoyo? Traje herramientas».
Saca dos objetos parecidos a cepillos de su bolsa,
sosteniendo uno en cada mano.
Tienen bases perfectamente redondas
de los que sobresalen espirales de varios tipos de cerdas
de varios colores y texturas.
Con un apretón de sus dedos imperceptible,
hace que las cerdas giren rápidamente
con un zumbido estridente
y luego se detengan con la misma rapidez
dos veces en rápida sucesión.

La hadita, olvidada por Isabel por el momento,
suelta un gemido nervioso.

«¡Ay, guau!» exclama Isabel y acepta uno.

«Se supone que hay unos pocos en todas las suites, pero a veces el personal lo olvida. En poco tiempo, tendrás un montón». La diva le ofrece el otro a Isabel también. «Quédatelos».

«De acuerdo. Muchísimas gracias» dice Isabel sinceramente, investigándolos con ardor.
La base del dispositivo tiene dos disparadores el uno frente al otro
donde los dedos y el pulgar envuelven la base
para la activación sin esfuerzo
además de cinco botones en forma de estrella al centro.
Al apretar los disparadores,
el dispositivo vibra con fuerza en la mano al instante,
el que le deleita a Isabel.

«Por nada. Bueno, ¿te gustaría ayuda con esta?»

«Pues, en unos minutos, a ella la voy a llevar a mi suite por unas horas».

«Me parece bien» responde la diva y saca dos cepillos más de su bolsa.

Isabel mira hacia abajo a la hadita
mientras toma otro sorbo pensativo de su bebida.
¿De qué servirían todos esos dispositivos de sujeción sofisticados
sin también aumentar la potencia de fuego?
Además, parece que se pueden aprender unas cosas
de esta mandamás — ¿Cómo no?

* dueña del guante

<nombre: desconocido, ‘diva’ en la mente de Isabel; presentación de género: femenino; edad ~35; pelo: verde esmeralda, largo, moño alto con un rizo suelto con buen gusto; piel: marrón claro; altura: 5'8"173 cm; peso: 141 lbs 64 kg; físico: delgado; voz: de contralto; uñas: desconocido, cubiertas con guantes con puntas de los dedos vellosos; pies: tamaño 7 USA 4.5 UK 37.5 EU>

«Muy bien» dice Isabel con una sonrisa de complicidad. «¡Salud!»

«¡Salud!» la diva brinda en respuesta
mientras se sienta al lado de Isabel.
Isabel se mueve a la izquierda para hacer espacio,
dejando el pie derecho sobre la mayor parte
de la cara de la hadita.

«¡Buenas tardes a todos!» exclama la hadita con tono descarado.

«Hola de nuevo, nena» dice Isabel con voz fría
y no duda en presionar firmemente uno de los cepillos
contra la almohadilla de su pie izquierdo.
Espera que tenga un efecto potente,
pero no anticipa lo efectivo que resulta
ni la sensación fuerte de molienda dura
que siente mediante el dispositivo.

«¡PUTA MIERDA!» grita la hadita con voz aguda.
Intenta decir algo con garra,
pero solo logra hacerle cosquillitas a Isabel en la planta
con la voz.

«Hola, cariño» arrulla la diva
y arranca sus dos cepillos al unísono.
A diferencia de los de Isabel,
emiten un zumbido áspero en arranques rápidos
como una especie de pistola de tatuaje palpitante.
La diva coloca el cepillo en su mano izquierda
bajo los dedos de los pies de la hadita,
eligiendo como objetivo
las partes superiores de los dedos,
y el cepillo en su mano derecha
contra el borde de la planta cerca del talón,
presionándolo firmemente como Isabel
y engranando las aletas sólidas
fijas a la base y ocultas entre las cerdas y las plumas.
La cabeza de la hadita da una sacudida.
Su risa cambia repentinamente de carácter.
Antes, recuperaba su aliento
cada treinta segundos más o menos.
Ya parece que realmente no puede dejar de reír.
Lo único que logra reunir son sollozos eufóricos.

«Qué esponjita tan bonita, ¿eh?» pregunta hipnóticamente la diva. «Se nota por todo sobre ella que quiere ser despedazada. ¿No es así, cariño?»

Gradualmente, la hadita pierde la habilidad de
comprender y responder a cada pulla individua
que hacen las dominantes
para entretenerse y aturullarla,
y el tiempo pierde su sentido para ella
durante esos últimos minutos antes de que
el camarero regresa y les dice

«Perdón señoras, necesito pedirles que terminen con este acompañante ahora para el cambio de turno. Habrá otra víctima aquí en pocos minutos, ¿bien?»

«Por supuesto» responde Isabel maliciosamente.

«Muchas gracias. Solo unos minutos».

«La señora quiere reclamar derecho a esta chica , de acuerdo el Principio de la No Violencia» interpone la diva.

«Entendido. Me alegra que lo esté pasando tan bien, Señora» dice el camarero alegremente antes de bajarse al suelo, fuera de vista.

«Guau, ¡muchas gracias!» Isabel le dice a la diva, satisfecha con su decisión de mantenerla cerca.

«De nada, amiga».

En poco tiempo,
dos secciones de la madera que sujeta los tobillos de la hadita
separan y se retraen en la barra.
Tras un golpe sordo fuerte,
las abrazaderas de metal liberan sus dedos,
y ella suelta un largo suspiro
mientras sus pies desaparecen por las columnas huecas.
Se ve casi drogada.
«Solo déjenme … coger mis cosas» jadea,
mirándolas en los ojos,
con una urgencia creciendo en la voz
y superando el éxtasis delirante.
Pronto, su cabeza también desaparece en la barra
por un proceso bastante similar.
Unos momentos después,
emerge del suelo, poniéndose un cazadora negra,
lo único además de su ropa interior de celeste.
Hace un gesto descuidado con la mano
y marcha hacia las puertas de la cocina.

«Aquí tiene» el camarero le dice a Isabel
y le pasa un pequeño dispositivo cuadrado
con una pantalla muy sencilla
que solo contiene un número de identificación
y el nombre
Rita.

*** *** ***

¡Continuará!
Siguiente capítulo: se lanzará pronto
 
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