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Terapia de pareja (fm/f, sexual) 3ª Parte y Fin
Claudia entró en la ducha. Mientras se duchaba se decía a sí misma: “pobres jóvenes ilusos, se desengañarán a los 2 minutos de empezar a intentar hacerme cosquillas. Ni siquiera mi marido después de 25 años ha sido capaz de sacarme una mínima risa, no lo van a conseguir estos dos ahora”. Segura y confiada Claudia salió desnuda del cuarto de baño. María y Tom ya estaban listos para iniciar la sesión, y muy sonriente María dijo: “muy bien Claudia, túmbate boca abajo en la camilla, lo pasarás genial”. Claudia obedeció y reposó su pequeño cuerpo sobre la camilla con su vagina sobresaliendo por el agujero de debajo y su cabellera pelirroja cubriendo su espalda mientras Tom procedía a atarle las manos y los pies y María le colocaba el antifaz y los tapones para los oídos. Una vez acabado el proceso Claudia, con un tono ligeramente arrogante les dijo: “estoy segura de que no conseguiréis arrancarme ni una sonrisa y tendréis que acabar pagándome los 200€”. A lo cual Tom respondió: “una de nuestras mayores virtudes como pareja es la perseverancia que tenemos para hacer que el otro llegue al orgasmo y disfrute al máximo, 20 minutos serán suficientes para conseguirlo contigo”.
Dicho esto, comenzó la sesión. En la mesa tenían aceite, plumas y un cepillo eléctrico. María empezó a untar de aceite las plantas de los pies de Claudia mientras Tom encendía el cepillo eléctrico. Claudia nada más oír el ruido dijo:”buen instrumento ese, funciona con el 99% de las personas que he tratado aquí”. Una vez aceitadas sus plantas Tom empezó a pasar el cepillo eléctrico por toda la superficie, la zona bajo los dedos e incluso entre los dedos. Claudia no movía apenas los pies y ni una mueca ni ruido salió de su boca. Al ver esto, María comenzó a mover sus dedos rápidamente por las costillas de Claudia de arriba abajo llegando incluso a las axilas pero nada, Claudia era una verdadera roca. Claudia seguí en plan arrogante: “os dais por vencidos ya, chicos? No lo vais a conseguir….”. María y Tom estaban contrariados, no entendían que una persona pudiera tener se aguante a las cosquillas cuando ellos dos a los 5 minutos estaban soltando carcajadas desesperadas. De repente, María recordó algo: “dicen que a veces las cosas más simples son las que consiguen los efectos deseados. Tom, te diré lo que vamos a hacer. Dame esa pluma que con ella me pondré debajo de la camilla y mientras tú vas a utilizar el cepillo eléctrico directamente en la raja del culo de Claudia”. Tom sonrió maliciosamente y obedeció. María empezó a pasar la pluma por la vagina de Claudia y al mismo tiempo, Tom deslizaba el cepillo de arriba abajo por el trasero de Claudia. Al instante de sentir estos dos estímulos Claudia comenzó a retorcerse y a apretar los dientes. Le estaban produciendo placer y al mismo tiempo empezó a sentir cosquillas, tal vez por primera vez en su vida. Comenzaba a sudar y de pronto se le escapó una risilla:”jejeje…”. María y Tom se miraron y se dijeron: “Bingo!!! Punto débil localizado!!!!”. Claudia empezaba a preocuparse, estaban encontrando puntos sensibles que ni ella misma sabía que tenía. Tom le untó de aceite todo el trasero y le dio más intensidad al cepillo mientras María seguía incansablemente con su pluma en la vagina. Claudia gritó:”JAJAJAJAJA….. valeeeee…..paraddddd…no lo aguantooooo… JEJEJEJE”. Habían pasado sólo 10 minutos y María dijo: “lo ves? Todo el mundo tiene cosquillas, teníamos razón. Claudia empezaba a rendirse y lo que empezó como arrogancia se convirtió en sumisión completa pasados 15 minutos: “JAJAJAJAAJAJAJA…. De acuerdooooo, vosotros ganáis jejejeje, os perdonaré el dineroooo… jajajaja… pero por favor parad yaaaaaa…..jijijijiji”. Haciendo caso omiso, María y Tom introdujeron sus lenguas en la vagina y el culo de Claudia respectivamente, moviéndolas a ritmo vertiginoso haciendo que Claudia comenzase a sentir un placer inmenso. La mujer de 50 años gemía y gemía y les suplicaba:”hacedme acabar por favor, no había sentido este placer jamás y no quiero que me dejéis así”. María y Tom, felices de tener así a Claudia asintieron y continuaron más fuerte, y además de sus lenguas utilizaron sus dedos para volver loca de placer a Claudia, que, justamente a los 20 minutos desde el inicio de la sesión, no pudo más y estalló de placer: “AHHHHHHHH…AHHHHHHHHHHHH”. Claudia tuvo el mayor orgasmo de su vida. Unos jóvenes aparentemente con menor experiencia que ella en estas cuestiones la habían hecho sufrir y disfrutar de una forma totalmente nueva, algo casi cercano al éxtasis.
María y Tom le quitaron el antifaz y los tapones a Claudia, y esta, con una tremenda sonrisa dibujada en su cara, les dijo: “estaba equivocada, teníais razón, yo también tengo cosquillas y puedo disfrutar aún como una jovencita. Os lo agradezco y por supuesto que esta es la mejor forma de pagarme las sesiones, desde luego esto no tiene precio jeje. Y ahora desatadme, mi marido está a punto de llegar y debo estar operativa para hacer unas gestiones de trabajo con él”. María y Tom dijeron: “nos complace mucho saber que te hemos hecho disfrutar como nunca lo has hecho en tu vida, y creemos que lo mejor es que ahora lo disfrutes también con tu marido, así que, gracias por todo y nos vemos en otra ocasión”. Claudia, con un gesto de terror en su cara les dijo:” no por favor, mi marido es un buen hombre pero de estas cosas no entiende tanto, de verdad…”.
María y Tom se marcharon dejándola allí y a los 5 minutos, el marido de Claudia apareció en la consulta y al verla así, desnuda, atada y boca abajo dijo: “hola cariño, qué tal? Me acabo de cruzar con un chico y una chica encantadores a los que has solucionado su crisis de pareja. En agradecimiento me han dado unos consejillos para emplear contigo”. Claudia, con voz temblorosa y balbuceando respondió: “ahhh sí… una pareja encantadora…. No les hagas mucho caso y desátame por favor te lo ruego…”. A lo cual, el marido, agarrando el cepillo con una mano y el aceite con la otra, sonrió miró a Claudia y le espetó: “tienes cosquillas?”. Claudia abrió los ojos como platos y esbozando una mueca de terror, pensó para sí: “ohhh, nooooo”.
FIN
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