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Arreglo Alternativo

wtickler

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Oct 20, 2006
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Mercedes estaba empezando a entrar en pánico. Tenía sus últimas fichas pero suficiente para jugar una última mano de Blackjack. Se arrepintió de no haberse ido cuando USD 950.00 era la cantidad más alta que logro ganar y tener (con eso se podía retirar tranquilamente ya que llegó con USD 300.00, la cuota mensual del alquiler), así que fue a una mesa donde, de ganar, recuperaría esos 900 dólares, lo suficiente para pagar 3 meses de la renta y con suerte, alguna ganancia.

Croupier: Reina.

Luego vinieron sus cartas: ella recibe un ocho, pide otra y sale un dos, pide otra y vino un rey. Se planta y suspira ante su buena fortuna, veinte era una mano muy sólida…

Pero no ganadora. Y si hay algo que nunca debes hacer, es demostrarle al Casino que querés pasarte de vivo tentando a tu suerte.

Croupier: As, veintiuno. Gana la casa…

Y así se le fueron sus fichas que el croupier rápidamente recoge para iniciar la siguiente partida. Este era el dinero que ella necesitaba para pagar el alquiler pero decidió jugarlo al Casino. Su arrendador le había enviado formalmente una carta telegrama por el cobro del alquiler so pena de desalojo y ella estaba tres meses atrasada en el pago. Mercedes había consultado con varios bancos para optar a préstamos personales, pero con su crédito en su estado actual (se encontraba en lista negra), fue rechazada en cada una de las solicitudes aplicadas, incluso no calificaba en las instituciones que tienen tasas de interés más altas para las personas con mal crédito. Su TDC se la había agotado al máximo durante un año con apuestas online, por lo que no había posibilidad de un anticipo en efectivo. Necesitaba un lugar para vivir y no tenía a dónde ir, ya que había sido desalojada dos veces en el último año.

La Sra. Ruckerson era una empresaria sensata con sus 30 y largos años; una dueña de propiedades bastante rica que heredó la fortuna de sus padres y supo hacer más dinero aún. Ella le dio a Mercedes un contrato de arrendamiento bajo palabra de que su historial de crédito pasado no reflejaba sus intenciones actuales y su promesa de pagar el alquiler con regularidad y puntualmente. Mercedes temía tener que enfrentarla en esto, pero sabía que debía hacerlo. Ser moza en un pequeño café y barwoman tres noches a la semana no eran suficientes para pagar las cuentas y apoyar un hábito de juego adquirido en los últimos 18 meses desde su vigésimo primer cumpleaños. Mientras pasaba los dedos por sus largos y rubios mechones, suspiró y se dio cuenta de lo que debía hacer por la mañana con la Sra. Ruckerson: suplicar más tiempo, rogando si es necesario.

Mercedes esperó su destino sentada en un pequeño sofá junto a la puerta de una oficina. Su pequeño pero curvilíneo bastidor de metro y medio de altura encaja cómodamente en los lujosos muebles.

“Mercedes? Buen día! Por favor, pase…” sonrió la señora Ruckerson cuando le abrió la puerta.

Nerviosa, Mercedes se puso de pie y entró en la oficina tomando asiento frente a un gran escritorio de roble. Se entabló la conversación y Mercedes, con la carta telegrama en la mano, pidió más tiempo para pagar su renta atrasada, y ahí es cuando la sonrisa de la acaudalada mujer se convirtió en una mueca.

"Lo siento estimada Mercedes, pero usted sabe muy bien los términos del contrato de arrendamiento que pactamos, mismos que mi secretaria le envió en esa carta que tiene en la mano. Está por cumplirse 3 meses y si no recibo el pago de, al menos, 2 meses para el viernes que es fin de mes, tendrá que salir de la propiedad al final del fin de semana. Recuerde que a pesar de su mal historial crediticio, le di una oportunidad…"

Las lágrimas de desesperación brotaron de los ojos de Mercedes y ella se tragó su orgullo y suplicó, rogó y dijo que haría cualquier cosa por más tiempo.

“Espere, me está diciendo que haría CUALQUIER COSA para blanquear su deuda?” Dice Ruckerson

"Sí, cualquier cosa, por favor, se lo ruego, ayúdeme…", sollozó parándose de la silla y poniéndose de rodillas. El tono de la respuesta de la mujer hizo que Mercedes se pusiera nerviosa, pero sentía que no tenía otra opción.

"Bueno, bueno… Primero, cálmese. Levántese y siéntase de vuelta, no es para tanto. (Se para a una mini heladera, saca 2 botellas de agua, las sirve en un par de vasos y uno se lo da a Mercedes). Tome un poco de agua, y analicemos su caso para buscar una solución a su problema. Si bien no es posible tener más tiempo para pagar bajo estas condiciones, se me ocurre una idea: tengo otra empresa de alquileres en la que necesito un poco más de ayuda y acá es donde usted, si todo sale bien, tiene la posibilidad que logre blanquear su deuda conmigo. Eso sí, te comento que es un laburo intenso y agotador, las horas en esta actividad suelen ser largas y requeriría una pequeña preparación por su parte, tenga en cuenta que es por todo este fin de semana de su tiempo que, en vez de empacar nuevamente sus cosas, lo puede usar para tener un nuevo inicio; Ah, sumamente importante: recuerde que de iniciar y seguir las instrucciones (extendiendo un sobre manila sellado) no tiene forma alguna de renunciar, y por eso también queremos su seguridad de manejar esto con absoluta discreción. Si estás de acuerdo con todo lo que acabo de decir, podemos continuar"

A Mercedes le pareció una luz a final del túnel y lo tomó casi con desesperación, sin ni siquiera saber qué tipo de laburo era.

"Muchas gracias, señora Ruckerson! ¡No se arrepentirá!"

“Por favor, llámame Martina. Ahora debe seguir las instrucciones dentro del sobre al pie de la letra. Hoy es miércoles, tendrá que llegar a la propiedad antes de las seis de la tarde del viernes. No se demore o esta oferta única ya no estará disponible y no le gustará que la desaloje."

Una vez de regreso en su departamento, Mercedes abrió cuidadosamente el sobre y leyó sus instrucciones. La propiedad estaba a casi una hora en auto, un campo remoto alejado de la ciudad. El día viernes a las 5.45 de la tarde llegó a una mansión de tipo imperial situada en un campo montañoso. Caminando hacia la puerta, con el bolso para la noche en la mano, Mercedes fue saludada por una sonriente Martina Ruckerson.

“Muchas gracias de nuevo, Martina! ¡No tiene idea de lo mucho que significa para mí sí me da la oportunidad de ganar mi renta y permanecer en mi departamento! Entonces, ¿necesitas este lugar limpio? ¡Parece enorme pero sé que puedo hacerlo!"

"No, querida. Ya tengo un personal de limpieza. Pero me gusta esa actitud. Por favor, pasa por acá."

A Mercedes se le mostró una lujosa suite grande que iba a ser su habitación para el fin de semana. Contenía una cama tamaño King con dosel, una lujosa área de asientos y un enorme baño completo con bañera de hidromasaje y un gran tocador.

“Ahora, querida, debo pedirte que te duches y te pongas la bata y las zapatillas que te proporcionamos en el baño. Cuando hayas terminado, utilice los cosméticos provistos para aplicar su mejor maquillaje y arreglar su cabello. Luego se le darán más instrucciones”.

Haciendo lo que se le pedía, Mercedes salió del baño después de una hora para ver a su anfitriona esperándola.

"AHH! Lo… lo siento, Martina, me asustaste!"

"Está bien. Por favor, vení conmigo."

"Espera, necesito vestirme, todo lo que tengo puesto es esta bata y las zapatillas"

"No es necesario, seguime".

Martina la llevó a una pared con una estatuilla al lado, levanta la cabeza y era una cerradura en la que insertó una llave que tenía en su bolsillo, se abre la pared y aparece una puerta que confirma su apertura con su huella dactilar, al abrir, una cabina tipo ascensor se mostró, las dos entraron y al cerrar descendieron varios pisos.

"Entonces, Martina, ¿qué voy a hacer exactamente?"

"Bueno, digamos que vas a seguir haciendo lo que venias haciendo..."

Se abre la puerta del ascensor y el lujo da paso a un largo y oscuro corredor iluminado por antorchas frente a ellos. Por el pasillo caminaron hasta llegar a una intersección de tres vías. Mercedes oyó algo desde el pasillo a su derecha.

"¿Qué es ese ruido?"

“Ruido, no, es una hermosa melodía!", exclamó Martina, "Pero vamos por nuestra cuenta ¿de acuerdo?"

A medida que caminaban hacia el sonido, se hizo cada vez más distinto. Fue la risa. La risa femenina. En realidad sonaba más como carcajadas descontroladas. Cuando se acercaban a una puerta de madera gruesa y cerrada, podían oír las súplicas de que algo se detuviera, en medio de las repetidas carcajadas de la risa. Las mariposas en el estómago de Mercedes revoloteaban alrededor.

Martina insertó otra llave en la puerta y la abrió. Lo que Mercedes vio dentro casi la hizo desmayarse y queda petrificada: Una joven afroamericana, de apenas diecinueve años, estaba atada con las manos arriba de su cabeza, de punta de pies con los dedos gordos atados a un ojal en el suelo y estaba completamente desnuda. Una mujer majestuosa que aparecía en sus primeros años sesenta estaba sobre ella con sus largas uñas que bailaban entre las plantas y el vientre de la indefensa chica, lo que provocó que chillara y se retorciera riendo incontrolablemente, pero incapaz de moverse mucho. La torturadora también tenía una amplia sonrisa en su rostro, obviamente disfrutando de su tarea. La mujer atormentada le rogó repetidamente a su torturadora por piedad, pero fue en vano.

"¡Por favor no más! En la panza nooooporfaaaaajajajajajajajajajajaja! ¡JAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJA! ¡Te estoy suplicando! paraajajajajajajaja! ¡ENLOSPIEJEJEJEJEJEJE NOOOOOJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJA!”

"¿Qué te pasa? No sabía que teníamos un cuerpo con cosquillas ¿o si? Kootchy, Kootchy, Kootchy! ¡Koootchy, kootchy, kootchy!”

Las palabras de la torturadora parecían hacer que el tono de la risa de la chica cosquilleada se intensificara aún más, como si estos tormentos solo pudieran hacerla aún más delicada.

Al cerrar la puerta, Mercedes se asusta y voltea la cara a Martina, que explicó: “Mis clientes son mujeres acaudaladas que disfrutan hacer cosquillas y complacer a mujeres más jóvenes y atractivas. Los hombres son unos cavernícolas en comparación al sadismo que las mujeres tenemos y por mi servicio están dispuestas a pagar generosamente por el cumplimiento de ese placer. Este fin de semana, es 100% femenino y vos sos mía para alquilarte como una esclava para que tus cosquillas sean del placer de ellas, así que, como una buena moza que sos, vas a entregar tu cuerpo. Tendrás una nueva experiencia con cosquillas cada día y si vos sos del agrado de la clientela, te voy a complacer como premio. Cumplí el fin de semana como corresponde y tu deuda conmigo será eliminada. No solo eso, si excedes las expectativas, no tendrás que pagar renta por los próximos treinta días.

"Para iniciar tu participación, hay una clienta que está ansiosa por comenzar, ya que solo tiene hoy hasta la medianoche, siendo la primera en hacerte cosquillas. Vamos, cariño, ah y recuerda que estás para que te hagan cosquillas tanto como lo desee tu dueña temporal; así que, un consejo? sé una buena chica y todo estará bien ”.

La cabeza de Mercedes daba vueltas y era mucha información que procesar en tan poco tiempo. Ella era insaciablemente cosquillosa, siempre lo había sido. Su último novio le hacía cosquillas a modo de juego y todo bien, le gustaba; pero nunca había tenido cosquillas contra su voluntad y no estaba segura de poder soportarlo. Pero dada su situación actual, no tiene otra opción, era esto por un fin de semana o dormir en la calle indefinidamente. La risa de la mujer que vio atada se desvaneció en la distancia mientras caminaban de regreso por el pasillo.

Llegaron a una habitación cerrada con una puerta similar a la primera. El interior de la habitación era una verdadera mazmorra con una gran variedad de dispositivos de restricción: cepos, X, cuerdas y cadenas de varios tipos y tamaños, un estante con muchos juguetes y otras cosas mas.

A Mercedes se le ordenó que se quitara la bata dejándola sin ropa aparte de sus cálidas y suaves zapatillas que cubrían sus pies recientemente lavados. La colocaron con sus tobillos en un cepo al final de un banco de madera, su trasero apoyado en una cómoda almohada fijada, tenía una madera con un acolchado para la espalda y sus muñecas estaban atadas con sus brazos tensos sobre su cabeza a cadenas que colgaban del techo.

Cuando Mercedes estaba asegurada, Martina saca una zapatilla y dice: "mmmMMMmmm lindos pies, con un poco de arreglo quedan espectaculares! Bueno, no me puedo poner a ver mucho que me activo yo y eso no es lo que quiero, de momento tengo otras cosas que atender pero dejaré tus zapatillas puestas por ahora. A esta clienta realmente le gusta hacer cosquillas en esta parte y tengo la sensación de que se va a enamorar de tus lindos y pequeños pies, pero no podemos quitarle la diversión y sensación de que ella los descubra. ¡Nos vemos a la medianoche!"

Un reloj en la pared decía las 7.20. A las siete y media, una mujer alta y regia que estaba por los cincuenta entró en la habitación y cerró la puerta detrás de ella. Ella no necesitaba presentación: obviamente, esta iba a ser la torturadora de Mercedes durante las siguientes cuatro horas y media.

Sonriendo, ella comentó: "Hola, Mercedes. Mucho gusto! Lo sé todo sobre vos… y sí, ¡sé que sos delicada y sensible! He oído que has sido una niña traviesa, y esa travesura te ha dejado deudas por pagar… Y sabes lo que les sucede a las chicas traviesas atrapadas acá, ¿verdad?"

La sonrisa de la torturadora se extendió de oreja a oreja mientras pronunciaba estas palabras observando la reacción nerviosa de Mercedes que pronto se convertiría en una garrapata.

"Permitime presentarme. Mi nombre es Laura. Solo te lo digo en el caso de que quieras pedir misericordia por mi nombre. Si suplicas mucho y realmente bien, tal vez sea más fácil para vos y podría dejarte ir temprano, porque me encanta que me supliquen." Sacando despreocupadamente la zapatilla derecha de Mercedes, Laura pronunció "mmmm ¿qué tenemos por aca!?"

La cara de Mercedes mostraba algo de horror cuando ella susurró "mi pie" moviendo los dedos

"¡Y que pequeño! Me encantan los pies egipcios ¿Qué tamaño de pies tenes, querida?".

"Cinco", respondió tímidamente. “Pero no soy egipcia” agregó, con total desconocimiento del tema.

"JAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJA no no querida, no dije que sos egipcia, dije que tus pies son egipcios, es la forma como están alineados los deditos… ah, y te apuesto a que son muy alegres, ¿no?"

"jiji creo que sí", una pequeña risita miedosa de anticipación surgió sorprendiendo a la propia Mercedes con una involuntaria contracción de sus dedos y conocimiento de sus pies recién descubiertos.

"Bueno, entonces tenemos a una chica traviesa con pies lleno de cosquillas…"

Laura sonrió mientras movía una mano en el aire donde Mercedes podía verlas claramente.

"Espera, por favor, no tenes que hacerlo, ¿verdad? Conversemos… Por favor, Laura, de verdad, nunca he estado antes en esta situación. Llama a Martina, cambié de opinión sobre esto, no me gusta." Moviendo las manos tratando de salir mientras los dedos de Laura se acercaban al, voluntariamente, movimiento del pie que hacia Mercedes para evitar lo que se venía, ella bromeó:

"¿Lista?... ¡Guarda que acá viene!... Lista?... Kootchy, Kootchy... ¡Toque de cosquillas!”

Los cinco dedos bailaron sobre la parte inferior de las suaves y sensibles plantas de Mercedes, enviándola instantáneamente a carcajadas incontrolables y suplicantes.

"jujujujujujujuajajajajajajajaja. Por favor, Laura, Pojojojojojojojojojo!! Parfajajajajajajajajaja! ¡LAURA NO, SON MUCHAHAHAJAJAJAJAJAJAJAJAJA! ¡jajajajajajaja!"

"Querida meche pero ni siquiera te he presentado a mi otra pequeña amiga" mientras movía los dedos de la otra mano a simple vista, bajándolos lentamente para hacer cosquillas en la parte superior del pie expuesto y atrapado de Mercedes, que intentó retorcerse para escapar de los dedos talentosos y experimentados de su torturadora. La reacción de Mercedes fue eléctrica, sus ojos bien abiertos y su risa chillona obteniendo una nueva octava de tono.

"Veamos esta línea por aca… sigamos esta línea de alla… ¡Pero qué pequeños pies llenos de cosquillas tenes, querida!... Espera, no puedo decir eso. Solo le hice cosquillas a una planta.”

Con eso, mientras una mano seguía haciendo cosquillas a un pie, con la otra empezó a rozar el arco y el movimiento del pie tiró de la otra zapatilla.

"Nooooporfaaaaajajajajajajajajajajaja! ¡JAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJA! ¡Te estoy suplicando! paraajajajajajajaja!"

Retirada la segunda zapatilla, las dos plantas de pies de Mercedes fueron sometidas a los suaves tentáculos de Laura. Sus uñas eran largas y cuidadas, redondas y lisas para una eficacia óptima como armas de tortura de cosquillas. La alegría en la expresión de Laura era descarada. Ella estaba claramente disfrutando de sí misma con el sonido que daba pasar las uñas por las plantas de los pies y esto continuó durante lo que pareció una eternidad, pero el reloj en la pared mostró que había pasado unos 45 minutos.

Mercedes estaba jadeando cuando Laura finalmente dio un paso atrás por un momento para respirar.

"Bueno, mi pequeña amiga cosquillosa, mientras ato tus deditos gordos para la siguiente ronda, te apuesto a que tenes otros lugares para hacer cosquillas, ¿no?" soltó Laura que al terminar de atar los dedos a los ojales del cepo, va y camina, lentamente, como si fuera un paseo casual por la tarde.

“Me encanta cómo Martina dejó esas bonitas manos muy por encima de tu cabeza. ¿Sabes por qué?"

Una expresión de anticipación y pánico se reflejó en el rostro de Mercedes, pero ella se quedó sin palabras. Solo alcanzo a mover la cabeza diciendo no.

"Esas axilas se ven tan suaves y cremosas. . . Me pregunto si se sentirán tan suaves como se ven." Laura tenía un tono obviamente fingido en su voz como si realmente no lo supiera. Las manos tipo araña flotaban en el aire cada vez más cerca de las axilas de Mercedes con Laura sonriendo ampliamente.

"¡Oh, mierda! Por favor Laura ¡Por favor! ¡No me hagas esto! NOOOOOporfaaaaajajajajajajajajajajaja! ¡JAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJA!"

Las súplicas de Mercedes fueron interrumpidas por histéricos gritos descontrolados y movimientos bruscos que de no ser porque el banco estaba fijado al piso, lo hubiese movido con facilidad; y las segundas yemas de los dedos de Laura hicieron contacto con sus exquisitamente sensibles axilas. Mercedes siempre se aseguró de mantenerlas suaves, afeitadas y muy suaves.

Ahora estaba lamentando su práctica de hacerlo.

Esta vez, Laura se quedó en silencio, bailando con los dedos sobre las axilas de Mercedes alternando entre movimientos lentos e insoportablemente ligeros y bailes frenéticos. Las ocasionales bromas de Laura sobre "¿qué tenemos aca?" cuando se movía a lo largo de las costillas o hacían cosquillas en los senos expuestos de Mercedes, solo provocaban más ruegos, pero sin éxito.

"No, Laura, porfavojojojojojor! ¡jajajajajajajajajajaja! ¡Haré lo que sea! NOOOOOJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJA"

Y ella lo decía en serio, haría cualquier cosa. Pero también estaba acá en esta situación aceptando una oferta similar. Esta mujer tenía el tipo de dedos que hacen las pesadillas. Los dedos de Laura continuaron en un repetido contacto de costillas a lo largo de los costados de Mercedes hasta los suaves apretones de sus flancos, lo que hizo que ella se retorciera nuevamente estallando en carcajadas. Laura encontró un punto a explotar en los muslos y las rodillas de Mercedes, sus dedos bailando y apretando causando incontrolables ataques de risa intercalados con súplicas desesperadas de misericordia. El último rato lo pasó atormentando los suaves y delicados pies de Mercedes cuya potencia se intensificó debido a que esta vez no podía mover siquiera los dedos. Laura siempre se había deleitado con pies de jóvenes mujeres, pero estos eran excepcionalmente maravillosos. Laura sintió como si pudiera hacerle cosquillas a esos bonitos y suaves pies para siempre...

Después de lo que parecía ser un tormento sin fin, Laura se detuvo. Mercedes se encontró jadeando, tan exhausta y ronca que apenas podía ver el reloj que marcaba las 11:30 PM.

“Has sido una agradable suplicante, querida; me gustaste mucho", comentó Laura con una amplia sonrisa mientras acariciaba suavemente la mejilla de Mercedes con el dorso de su mano, y le da un beso en la boca. “Como prometí, te voy a dejar ir un poco temprano siempre y cuando hagas algo más para mi” quitándose los zapatos y al descubierto, unos espectaculares pies tamaño 8 y uñas pintadas de bordó pero con sudor y algo de sucio por el día entero que estuvieron encerrados en sus tacos de aguja.

Laura se sienta encima de las piernas de Mercedes y empieza a pasar sus pies por los pechos sudados de Mercedes, que hacian que se estamparan marcas de sus plantas. A pesar del cansancio, meche percibe que esta sensación de cosquilleo no es invasiva sino agradable. Laura alcanza un pie a la boca de Mercedes y le dice: Chupame el pie.

Mercedes, agotada, y con un olor a pata no tan desagradable, no opuso mayor resistencia y empezó a chupar los dedos como si fuera un pene, cuando Laura sentía que la lengua de Mercedes pasaba por entre sus dedos, pasaba una uña de sus manos por los pies de meche, y esta mordía el pie de la torturadora, haciendo que se excitara más.

Siendo las 11.50 de la noche, la lujuriosa torturadora se baja de las piernas de meche, se pone sus zapatos y se retira. A los pocos momentos de la salida de Laura, Mercedes se quedó dormida por puro agotamiento luego de una tremenda rutina digna de un gimnasio tipo Insanity, muy a pesar de estar sentada en posición vertical y relativamente cómoda. Se despertó al día siguiente con Martina, que le acariciaba con un dedo desde un pie pasando por el talón y parte de la pierna y así daba vueltas. Esto la sacaba lentamente de su sueño mientras yacía en la cama grande y lujosa de su suite. El sol de la mañana entraba por una gran ventana a través de la habitación.

"Es hora de despertar, bella durmiente", Martina la llamó juguetonamente.

Sintiéndose sorprendentemente bien y descansada, los ojos de Mercedes se abrieron poco a poco para entender donde se encontraba y para ver a la figura de Martina sobre su cama con sus pies tamaño 9 y perfectamente arreglados apuntando a la cara de meche.

"ESTAS LOCA!" abriendo los ojos a Martina y haciendo un movimiento brusco para apartarse hacia el lado contrario. "¡Esa mujer me torturó! YO LE CHUP..."

"Ey, ey, tranquila! no te preocupes, querida", interrumpió Martina, "Laura se ha divertido mucho con vos, le gustaste mucho. Pero tenemos muchos otros clientes que nos gustaría que conozcas. Por favor, pegate una ducha, levantate el cabello, maqullate, y baja con el atuendo que cuelga para vos en el baño. A las nueve en punto en el lobby; y no vayas tarde”.

El reloj en la pared marcaba las 7:30 am.

Una larga y caliente ducha repuso a Mercedes de todo el dolor muscular de las "actividades" de la noche anterior. Si bien no estaba segura de cómo sobreviviría todo el día y la noche porque apenas sobrevivió a Laura por unas horas, no se sentía mal, de hecho, percibía que su cuerpo se sentía mejor, (como si hubiera recibido un buen masaje) debido a que venía durmiendo mal y recién pudo enganchar unas buenas horas de sueño. Tampoco notó marcas en sus muñecas y tobillos. Parecía un sueño lo de la noche anterior, pero fue muy real.

"Esto tenía que ser lo peor", pensó, "no hay forma de que ninguna de esas mujeres pueda ser peor". Trató de tranquilizarse con este pensamiento.

Colgado en la pared había un monokini rojo de bomberos con un par de tacos de aguja altos a juego y una bata de baño suave y esponjosa de un color también a juego.

Mercedes se puso estos artículos, se aplicó el maquillaje, destacó sus labios bien formados con un lápiz labial rojo brillante y se colocó el cabello rubio hasta el hombro en un moño. Los zapatos encajaban perfectamente en su tamaño cinco de pies con los talones lo suficientemente altos como para marcar un arco en sus plantas mientras los llevaba puestos. Se dio cuenta de que sus pies estaban impecables, suaves, libres de callos y con una delicada pedicura de uñas que ahora tenía pintadas de rojo; cuando llegó, sus uñas de pies no tenían esmalte (al natural) y alguna callosidad. ¿Le habían hecho esto mientras ella dormía? Estaba tan agotada la noche anterior que ciertamente era una idea más que factible. Pero le gusto, total, se ahorró un dinero que no tenía para esmaltes ni para una pedicura.

A las 8:30 un golpe en la puerta reveló una bandeja colocada en la habitación con el desayuno y una nota:

“Cariño, asegurate de comer bien, vas a necesitar tu energía hoy.
Con amor,
Martina”

Mercedes no necesitó una segunda indicación. Se aseguró de obtener sustento para lo que sospechaba que sería un día muy largo.

Mientras paseaba por el gran salón, la escena se parecía a una recepción matutina de primera clase, con un cuarteto de cuerdas que tocaba música de cámara, sirvientes caminando con brunch hors d'oeuvres y una multitud femenina que vagaba sobre bebidas deportivas y platos pequeños con los aperitivos que se podían conseguir en una gran mesa que tenía una variedad amplia de comidas y bebidas, algunas de las cuales Mercedes desayunó, y la mayoría de ellas se involucraron en lo que parecía ser una conversación informal, amena y “alegre”.

Meche reconoció a la afroamericana del calabozo de anoche mientras hablaba con otra mujer vestida con lo que parecía ser un traje de negocios. Estaba vestida como Mercedes pero con una túnica amarilla y unos tacones a juego, así que sospechaba que tuviera un traje de baño amarillo. Se dio cuenta de que había varias chicas vestidas de la misma manera, todas en varios colores. Martina se acercó a ella sonriendo colocando una mano en el hombro de Mercedes.

"Me alegra ver que estás aquí a tiempo, querida. Tenes un largo día por delante.”

Mercedes notó a través de la habitación a una mujer excepcionalmente bonita de pelo negro corto y curvas, su cuerpo uniformemente bronceado estaba con un monokini negro sentada en un sofá con los pies de uñas negras descalzos en el regazo de una mujer asiática: elegantemente vestida, su cabello estaba en un moño apretado y aparentaba estar en los cuarenta más que en los treinta años. Las asiáticas cosquillearon los impactantes pies descalzos de la morocha suavemente con sus manicurados dedos, lo que provocó que la bella mujer soltara una risita incontrolable y los mechones que fluían de la mujer se balanceaban sobre su rostro angelical y su sonrisa resplandeciente mientras se reía y se retorcía.

“¿Qué está pasando allí?”, Le preguntó Mercedes a Martina.

"Esa es Ana. Ella es tan bonita y tiene unos pies muy sensibles. También disfruta mucho del casino como vos y gusta gastar lo que no tiene, por eso su piel tan perfectamente bronceada! Así se esté muriendo ahogada en deudas, va al solárium. Lo único que te digo acerca de ella es que esta es su sexta vez y se ha convertido en una de las favoritas. Le ha tomado el gusto de venir…"

"No me refiero a eso, ¿por qué esa mujer le hace cosquillas así? ¿Es ella su torturadora por el día?"

"Oh, no mi querida. Esta mañana notarás a tu alrededor a varias chicas vestidas de una manera similar a la tuya. Todas están en la misma circunstancia que la tuya. Cada dos meses ocurre uno de estos eventos. También te darás cuenta de que mujeres ricas de todo el mundo sienten cierta alegría al hacerles cosquillas a otras mujeres mientras se satisfacen. Esos son mis clientes. Esta recepción les da la oportunidad de ver quiénes son sus opciones, conocerte e incluso 'dejar probarte' así como ves a Ana haciéndolo. A las 11 en punto, vos y el resto de las damas serán escoltadas a sus habitaciones en la mazmorra y al mediodía los clientes y yo habremos dividido quién puede hacer cosquillas a quién. Todo es un proceso de licitación muy complicado, no te aburriré con los detalles."

"Así que esto es lo que necesitas hacer. Mantenga breves las conversaciones con las otras chicas similares a usted, ya que deben permanecer disponibles y accesibles para las clientas. Si alguna de estas mujeres le pregunta algo sobre usted, no importa lo personal que sea, especialmente sobre las cosquillas, debe responder con entusiasmo y amabilidad. Además, si un cliente desea hacerle una prueba, debe cumplir por completo permitiéndose que le hagan cosquillas. Les aseguro que serán breves, menos de cinco minutos. Todas han sido informadas sobre cada una de ustedes, pero algunos pueden querer ver más de cerca lo que recibirán por su dinero antes de comprometerse. Hay casi tantas torturadoras como minas a disposición. Pero hay una letra pequeña en esto que te estoy diciendo: Si no conseguís al menos una torturadora para sesionar en lo que queda del fin de semana, eso implicaría que pasarás la semana acá siendo mi esclava personal donde será más intensas las cosquillas y habrá sexo no consensuado, debido a que acepto clientela masculina así como la clientela femenina de bajo costo que no tienen la clase y el refinamiento de lo que ves hoy. A eso, también hay que incluirle que yo entro al juego y, querida, no es algo que quieras, al menos no de entrada y sin resistencia más acorde a mi exigencia. Si no me crees, pregúntale a Ana. La primera vez que vino aprendió de la manera más difícil y el resto de las veces no se ha ido sin encontrar una torturadora para el fin de semana. Incluso viene más bonita! Y si te hace sentir mejor, pasó la noche en manos de una persona que utiliza métodos que Laura no: esta clienta es una programadora excepcional y tiene una capacidad tremenda de descubrir cada punto débil de tus pies y explotarlo con máquinas personales que tiene guardadas acá, estas máquinas son programadas al momento y es una genialidad, no se parecen en nada las sesiones de ella! Pidió a Ana porque es la que tiene mayor resistencia y así puede probar la durabilidad y eficiencia de sus dispositivos, incluso me sentí un poco mal por ella, porque Romina es maléfica, sus actitudes son frías... pero así son las reglas del juego y esta es la oportunidad que doy para saldar deudas. Nada es gratis, querida…"

“Ah, y Laura era parte de un grupo de élite de clientes recurrentes y leales. Pidió a una mujer bonita con pies sensibles para ella misma, y que sea la primera vez que viniera a nuestras reuniones, y le encantaste! Muy a pesar de que tuvieras desarreglados tus pies, eso parece que le demostró lo pichi que sos… Ah! te hizo chuparle sus pies!… muy bien! Eso me querías decir esta mañana. Ella tiene ese fetiche de que otra mujer use sus pies como un pene en la boca, y más si es alguien con poca experiencia, parece ser que lo rudimentario la calienta. Bueno, no te quito más tiempo, divertite, querida..."

Mercedes se quedó sin palabras. Aun intentaba procesar lo de anoche, y ahora otra tonelada de información. Tragó saliva, se repuso mentalmente como pudo y entró en la habitación, sin saber qué hacer aparte de pasear. En la esquina estaba la niña afroamericana con Laura parada frente a ella trazando sus dedos sobre su barriga expuesta por su túnica abierta causando un rastro de risas mientras ella sostenía obedientemente sin ofrecer más protestas físicas una bandeja con bebidas y el inestable meneo retorcido exhibido por el cosquilleo.

"¿Sos Mercedes?"

La voz pertenecía a una mujer de finales de los cincuenta años. Con el pelo corto y el maquillaje increíblemente aplicado, el traje de poder que llevaba acentuaba su aire de autoridad.

"Oh, sí… uh, sí, hola, soy Mercedes

"Hola, soy Melisa", respondió ella con una mano extendida en saludo.

Mercedes quería encogerse al sentir lo increíblemente suave que era la mano de la mujer, sabiendo lo que esa mano podría hacerla pasar. Al recordar las palabras de Martina, ella sonrió como si fuera una entrevista de trabajo y respondió:

"Encantada de conocerte"

"Cariño, ¿qué altura tenes sin esos zapatos puestos?" Melisa era un poco más alta que Mercedes, incluso con sus impresionantes tacones altos.

"1.70 mts"

"¿Y de qué tamaño son esos zapatos? "

"Uh, (Mercedes se estremeció internamente al recordar la terrible experiencia de la noche anterior con Laura) tamaño cinco"

"Entonces, ¿dónde está tu punto dulce, cariño? Sabes que hay un sitio de tu cuerpo que te vuelve más loca que todos los demás; ¿Dónde está?”

“Um... No lo sé realmente. Tengo cosquillas en todas partes."

"Hmmm. Pues ya veremos. ¿Por qué no abrís la bata y colocas las manos detrás de la cabeza? Ah, sacate los zapatos y ponete de puntas de pies"

"¿Eh?"

"Martina te dijo las reglas, ¿verdad?"

"Oh, sí. Perdón” Mercedes cumplió."

Mercedes tenía la cabeza en otro lado… ni una supercomputadora le podría ayudar a procesar lo que escuchó y vió las últimas horas, sumado a sus propios problemas. Cuando los hábiles dedos de Melisa retumbaron ligeramente a lo largo de la superficie de las suaves y sedosas axilas de Mercedes, provocó que ella se retorciera al principio, luego se disculpó y volvió a la posición. Se rió y chilló, con los ojos bien abiertos soportando su "cosquillas de prueba" con su risa derramándose incontrolablemente para deleite de su torturadora cuando paso un dedo por las plantas indefensas.

Melisa le dio las gracias y se alejó acercándose a una pelirroja alta y pechugona con una bata al otro lado de una mesa de entremeses.

Mercedes se reacomoda, se está poniendo sus zapatos y notó que Ana pasaba y le toca el hombro.

"Hola, soy Mercedes"

"Hola, soy Ana. Sos nueva?”

“Sí. Martina me dio la charla sobre cómo debo tratar de obtener una clienta el primer fin de semana y…"

“Oh, mierda, sí", interrumpió Ana, "no querés tener que venir en la semana. Si hay algo que no querés es caer en las manos de Martina, te hace cosquillas TODA la primera noche y los clientes son extremadamente sádicos, incluso tenes sesiones de BDSM así que nunca salís ni ves la luz del sol durante esa semana. Estas chicas son un golazo en comparación, hay reglas, y son muy amables".

"Anitaaa", dijo una voz en un tono casi de canto. Pertenecía a una mujer afroamericana pechugona con un traje de pantalón de aspecto elegante. Se acerca y coloca su mano en el hombro de Ana "He estado hablando con Romina, tu traviesa dueña de anoche. Veni acá que necesito que te quites la bata y te inclines sobre el brazo del sofá de dos plazas para que pueda probar tu curioso y hermoso cuerpo. "

"Tengo que irme. Buena suerte, Mercedes" Ana se fue y, en unos instantes, las carcajadas de su risa se escucharon en toda la habitación a pesar de la música de cámara mientras sus nalgas curvilíneas y sensibles se retorcían bajo los ágiles dedos de su encantadora torturadora. La parte de abajo de su bikini con tanga no ofrecía protección contra los diestros dedos de su probadora, ya que varios de los otros clientes miraban con amplias sonrisas de diversión.

La siguiente hora comenzó nerviosa al principio, pero Mercedes se fue aclimatando gradualmente. Se sentía un poco como un tipo de anfitriona, de una manera extraña, atendiendo a la hospitalidad de los clientes. Ella se reunió con ocho posibles torturadoras, la mayoría de ellas bien vestidas con elegantes atuendos de negocios, aparte de una que vistió tipo ranchero con vaqueros azules, una blusa de algodón y un chaleco de ante con sombrero de ala. A esta vaquera le gustaba tirar a la esclava al piso, hacer un amarre de tobillos y muñecas por detrás de las espaldas tipo rodeo y en esa posición atacar.

Otra mujer de la India vestía un sari tradicional lujosamente decorado y parecía tener una inclinación por las chicas altas con axilas llenas de cosquillas. Mercedes la vio "probando" a la alta pelirroja en dos ocasiones. Apostaría dinero a que esos dos terminaran compartiendo un tiempo en una mazmorra juntas. Sin embargo, la idea de apostar es lo que la metió en este lío para empezar.

Muchas de las clientas conversaron con ella un poco y la mayoría de ellas querían hacerle un poco de cosquillas. Ninguna de ellas hizo que expusiera su trasero para darle el tratamiento que Ana había recibido a manos de varias damas esa mañana. Mercedes no estaba segura de cómo reaccionaría a eso ya que su trasero nunca había sido cosquilleado. Varias de las clientas habían descubierto la sensibilidad de sus pequeños pies delicados y Mercedes se quitó y reemplazó sus zapatos varias veces antes de que llegaran las once.

Cuando llegó esa hora, Martina lanzó con fuerza una pequeña bola contra un gong para llamar la atención de la habitación.

“Bueno, señoras, las presentaciones de la mañana parecen haber sido un éxito luego de las pruebas realizadas. Ahora, nuestras damas estarán fuera de servicio para refrescarse y en treinta minutos, se les informará su asistencia a la sala de estar adyacente al vestíbulo para empezar su tarde alegre. Espero que todas ustedes hayan convencido a algunas de nuestras clientas para que inviertan su tiempo con ustedes, queridas, ya que de no conseguir a nadie, una sesión personal de tortura de cosquillas y BDSM les espera durante la semana. Bien, buena suerte, nos veremos pronto”.

Varias sirvientas guiaron a las chicas a salir de la sala, con dos grandes puertas de madera cerrándose detrás de ellas la sala se privatiza para que las clientas pudieran hacer una oferta y deliberar sobre quiénes llegarían a cosquillear a quién. Mercedes aprovechó el tiempo para refrescarse pero cuando quiso usar el baño para no verse obligada a hacerlo involuntariamente ante el implacable cosquilleo, ya era tarde.

La llevaron al ascensor con otras chicas, cada una acompañada por un sirviente vestido con un uniforme tradicional. Una gran mujer hispana la acompañó a través de un laberinto de corredores a una habitación que contenía numerosos dispositivos desconocidos y espejos en varias de las paredes y el techo.

A Mercedes se le ordenó que se quitara la túnica y que se quedara vestida solo con su monokini y sus zapatos. Debía sentarse en una tabla y entre las rodillas se encontraba un poste que arriba tenía una barra y 3 ojales. Ataron las rodillas y pasaron la cuerda por el ojal del medio de la barra en dirección hacia sus tobillos, tensaron un poco la cuerda y esto hizo que las rodillas quedaran un poco en el aire y continuaron atando los tobillos, quedando también en el aire. Los dedos gordos fueron atados entre si y asegurados al ojal de media barra mientras que las muñecas fueron atadas a los ojales que se encontraban en los extremos de la barra.

No era una posición muy cómoda y la dejaba más expuesta de pies y axilas a Mercedes.

“La señorita Kim solicitó esta habitación y esta preparación específicamente para vos. Buena suerte señorita, la necesitará”. Con eso, el sirviente salió de la habitación antes de que Mercedes pudiera averiguar el significado de sus comentarios. No recordaba haber conocido a una dama llamada Kim.

En unos momentos, una serie de chasquidos que resonaban en el frío suelo de piedra se hizo lentamente más fuerte. Estos fueron el sonido distintivo de tacones de aguja. Entró la mujer asiática que vio haciendo cosquillas en los pies de Ana en el salón. Ella tenía una sonrisa tensa en su rostro, todavía vestida con el agudo traje de negocios. Mercedes sintió mariposas en su estómago.

"Sabes... he estado asistiendo a estas pequeñas reuniones por un largo tiempo", Kim comenzó "y de alguna manera lo disfruto tanto como la primera vez. Si se te ocurre rogarme, será peor para vos, querida. Mas ruego, más sufrimiento... yo acá puedo estar todo el tiempo que quiera, incluso puedo pagar para tenerte toda la semana si deseo..."

Kim se quedó en silencio ante el cuerpo de Mercedes acomodado bajo sus instrucciones. Una uña roja y pulida rasguñó ligeramente una axila izquierda expuesta y la risa no pudo ser sofocada. Mercedes sabía que no debía rogar, ya que había visto a esta mujer hacer cosquillas antes y estaba convencida de que suplicarle sería en vano, al contrario, la potencia más.

La torturadora era silenciosa e implacable. Sus dedos perfectos se deslizaron sobre la piel de la rubia y el suave traje de baño que solo servía para magnificar las sensaciones. La risa de Mercedes hizo eco en toda la habitación y era lo único que se escuchaba, pero Kim no se vio afectada. Todo el retorcimiento, el chillido y la mendicidad no hicieron ninguna diferencia para la experimentada clienta.

Pasadas un par de horas, Martina apareció y le preguntó a Kim si se estaba divirtiendo. Kim apartó a Martina y habló con ella en voz baja. A Mercedes no le importaba, cualquier descanso de cosquillas era bienvenido mientras reposaba con los ojos cerrados, suspendida por sus ataduras.

Entreabriendo los ojos, vio a Kim sonreír caminando hacia ella, cierra los ojos y cuando los abre de vuelta ve a Martina sonriendo ampliamente, que con las diez uñas transmitió una explosión brutal de cosquillas a lo largo y ancho de los pies de Mercedes.

"¡No! ¡Por favor! ¡MARTINA TE LO RUEGO! ¡me voy a orinAAAAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJA NOOOOOOOOAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJA NONONONONONONONO PARAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJA EN LOS DEDOOOOOJOJOJOJOJOJOJOJOJOJO NOOOOOOOAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJA! AJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJA!”

Mercedes chilló y se movió como nunca antes. Pero, paradójicamente, podía moverse aún menos que anoche: sus dedos gordos de pies empezaron a ponerse azules, y si bajaba las rodillas, lo que hacía era poner sus plantas de pies con mejor cara para ser atacados. Kim estaba a centímetros de distancia cuando Mercedes se dio cuenta de su posición nuevamente con diez dedos cosquilleando hacia su estómago. Cuando aterrizaron, su risa se disparó aún más con el toque de dos expertas y despiadados torturadoras.

Durante esta aparentemente interminable embestida colosal de cosquillas, Kim descubrió que las bonitas caderas de la rubia eran insoportablemente sensibles. Martina vagó desde los pies hasta los muslos de Mercedes con sus hábiles dedos. Para su deleite, Mercedes no aguanta más y se orina encima, unos minutos después Meche tira la cabeza hacia atrás casi desmayada y sonriendo por inercia.

Kim se da cuenta de este detalle, mira a la organizadora, desata los dedos y toma un pie, Martina otro y empiezan a chupárselos sin resistencia alguna, esa sensación de relajación y excitación hicieron que Mercedes sonriera casi de placer y finalmente se desmaya por la prueba. Ella no sabía a qué hora la sacaron de su celda de la mazmorra y la colocaron en la lujosa cama cubierta con el sueño que habían ganado las horas de agotamiento físico.

A la mañana siguiente, Mercedes se despertó a desayunar como en la anterior. Un sirviente le preparó un baño caliente con sales de baño calmantes similares al mentol que derretían el dolor y la fatiga de sus músculos doloridos. Salió del baño a su habitación ordenada y una nota en la cama para encontrarse abajo, una vez que estuviera vestida y lista. Un impresionante vestido azul con medias altas en el muslo y zapatos a juego descansa sobre la cama.

Cuando se acercó a la sala, encontró tres filas de sillas dispuestas con las chicas en la misma situación en la que estaba sentada en ellas, esperando, charlando tranquilamente entre ellas. Las clientas no estaban a la vista. Martina apareció en la parte delantera de la sala y comenzó a hablar justo después de que Mercedes y algunas otras se sentaran.

“Mis queridas damas espero que hayan dormido bien. Hoy, por desgracia, es el último día de nuestro fin de semana de diversión"

"¿Diversión para quién?" Mercedes no pudo evitar pensar en sí misma.

"Hoy las tres mejores ofertas tendrán la oportunidad de escoger a la dama que desee. Las 3 ofertas ganadoras son las que van a dirigir cada sesión, pero eso no quiere decir que no pueda recibir ayuda, todo lo contrario, cada dama incluso puede tener hasta 3 y 4 pares de manos al mismo tiempo encima de sus sensibles cuerpos. Esta es una situación que le aseguro que es mucho más difícil de soportar y que los detalles variarán de una chica a otra, así que muchas de ustedes se sentirán satisfechas por las clientas."

“¿Cómo se determina la subasta? Simple, cada una de ustedes, damas, dedicarán diez minutos a entrevistar a cada postora, explíquenle como la harían sentir bien, como hacer que ustedes rían más, como las pueden llegar a sentir placer. Es su trabajo convencerlas de que unas cosquillas deliciosas en su cuerpo u otros experimentos son mejores que en el cuerpo de las demás y así... Estoy seguro de que las chicas saben cómo manejar y negociar".

"Acá hay un horario de entrevistas para cada una de ustedes. El estudio, el salón común y el salón de té se utilizarán para las entrevistas. Las clientas pueden permanecer en esta zona hasta que su entrevistadora lo solicite. Ah, y por cierto, si no sos una de las tres o como parte de una sesión, ¡estoy ansiosa por hacerte cosquillas! Así que luego de la elección de las 3 ofertas ganadoras, escogeré a una afortunada…

"Las entrevistas comienzan en cinco minutos. ¡Buena suerte!"

En una sala de espera, todas las clientas esperaron hasta que entraron en una habitación con tres mujeres sentadas en una mesa, con los papeles frente a ellas. Se les preguntó a cada una sobre sus puntos cosquillosos, qué técnicas les hacían más cosquillas y por qué deberían ser elegidas para ciertas o cuales sesiones.

Mercedes no hizo la lista. Ella estaba nerviosa: Una clienta fue lo suficientemente “mala” y luego Martina le hizo cosquillas junto con Kim y eso le demostró lo insoportable que es la situación a tal punto de orinarse encima. Aunque no estaba segura de poder sobrevivir a más de dos con su cordura intacta, extrañamente anoche no se sintió mal. No importa las dudas ahora, todo lo que quedaba era superar el último día.

Luego de la subasta, misma que se hizo en otro salón donde las damas no podrían escuchar, Martina hace el anuncio de las clientas con las 3 ofertas afortunadas y explica: "Bueno chicas, de esta forma daremos por concluido este gran fin de semana ya que será la última vez que nos veamos todas juntas, a las damas se les dirigirá hacia donde correspondan y aquellas chicas que no tuvieron la suerte de ser llamadas a las mazmorras, les recomiendo que descansen bien esta noche." (Haciendo un guiño)

Mercedes fue escoltada de nuevo al sótano. Dentro de todo, es un alivio, eso significaba que hoy podría irse. Se le indicó que se quitara el vestido, los zapatos, toda la ropa interior y que se recostara sobre una mesa bien acolchada con un material muy suave y transpirable. Sus extremidades estaban tensas de forma casi ágil: los brazos en forma de T y sus tobillos atados con una separación de 20 centímetros. El sirviente entonces giró una manivela que inclinaba la mesa ligeramente, de modo que la cabeza de Mercedes se levantaba y sus pies bajaban unos veinte grados. En ese momento el sirviente la dejó en su posición recién adquirida.

Martina junto con cinco mujeres entró en la habitación y se paró sobre la mesa. Todas estaban sonriendo ampliamente. Las uñas cuidadas de cada una se destacaron probablemente porque sabía lo que esos dedos estarían haciendo pronto. Martina inicia:

"Bueno, mi querida Mercedes. Estas acá porque te gusta apostar, también estas acá conmigo porque vi tus pies el sábado a la mañana cuando te los estaba acariciando y ya planifique esta sesión para mi sola en ese instante, incluso te probé anoche por la amabilidad de Kim (que la voltea a ver ya que estaba en la sala) y no me importó el dinero que las demás pudieran pagar, por eso accedí que me acompañaran 5 clientas, te vamos a dar una despedida acorde a vos y pensamos que era justo entonces incluir algunas de tus cosas favoritas. Tengo en mi mano un dado de seis caras y una moneda. Cada diez minutos tiraremos el dado y ese será el número de torturadoras que tengas que soportar hasta el siguiente lanzamiento del dado. Cada una tomará turnos para rodar. Ahora, no todo queda al azar, porque en algún momento la moneda la voy a poner entre tus deditos gordos y si logras sostenerla durante 5 minutos, mantendremos la cuota de diez minutos para el siguiente turno, sino, se multiplica diez por el número que sale en el dado y ese serán los minutos con la cantidad de torturadoras ¿Lista para probar tu suerte?"

“Quiero probar la moneda primero” dijo Mercedes con seguridad, misma que no había mostrado hasta ahora.

“OOOOH!” exclamo Martina mirando con asombro la cara de las otras que estaban tan asombradas como contentas. “Te gusta apostar fuerte, no? Ya veo porque estas acá con nosotras, haremos el sorteo y empezaremos."

Mercedes podía ver los rollos de los dados y escucha los juegos de azar sobre quién ganaría para hacerle cosquillas. La mesa tenía un contorno levantado alrededor del borde para evitar que los dados se cayeran y, por lo que Mercedes pudo ver, dada la habitación iluminada por antorchas, que la parte superior de la mesa estaba forrada de fieltro verde como si fuera un estándar del casino.

"¡Tres!" Exclamó una que logro identificar como Lisa.

Las mariposas revoloteaban en la barriga de Mercedes. "Podría ser peor", pensó para sí misma, "al menos solo hay tres".

Hubo más dados rodando y una breve conversación tranquila entre Lisa y otras dos se acercaron mientras las otras dos se sentaban en sillas grandes y cómodas que parecían mullidas en la habitación. Mercedes había notado estas sillas por primera vez.

Sonriendo ampliamente, Lisa se paró a la izquierda de la mesa, en la sección media de Mercedes, mientras que las otras acomodaron un taburete en frente de los pies desnudos y expuestos de Mercedes, esperando su oportunidad.

"¡Me encanta cuando juego y gano!", Bromeó Lisa y luego levantó las manos con los dedos en forma de garra en el aire por encima de la barriga de Mercedes mientras se apartaban las otras clientas y Martina se puso de frente a los pies de Mercedes y empieza a poner aceite corporal en las plantas, meche lo nota y dice:

"NO POR FAVOR, CON ACEITE NO! ES INJUSTO!! No voy a poder sostener la moneda!"

Martina responde: con tu asidua asistencia a las salas de juegos, ya deberías saber que no debes demostrarle al Casino que querés pasarte de viva tentando a tu suerte. Preparamos esto para empezar con todo!

“NO! NO! No quiero la moneda, volvamos al plan original!” Insiste Mercedes

“Muy tarde querida. Por tu bien, anda cerrando tus lindos deditos gordos que empiezo a poner la moneda”

Era tarde, su suerte estaba echada y 3 será peor de lo que se veía al principio. Con temor, empezó a juntar los dedos gordos y Martina pone la moneda en medio de los dedos:

“Querida: izquierda o derecha?”

Mercedes sentía que algo estaba muy cerca de sus plantas de pies, pero no sabía que.

“IzquierdBUAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJA”

Bastó el transitar hacia los lados de un cepillo de peinar de cerdas duras y la moneda solo duró unos segundos en los pies de Mercedes

“Increible lo de esta mina! Nuevo record! No duró ni 10 segundos! Que bien que la vamos a pasar hoy, eh!”

Meche miro al techo para recuperarse y súbitamente tres pares de manos de repente pusieron a Mercedes chillando con sensaciones de cosquilleo electrizantes en sus pies y panza. Las dos damas a sus pies estaban con cara de póker bailando tranquilamente sus dedos alrededor de los delicados pies sensibles de Mercedes. Lisa sonreía casi tan ampliamente como Mercedes mientras bailó delicadamente con sus manos sobre la suave y apretada barriga de la joven, provocando risitas y chillidos y pedidos de misericordia que la chica con cosquillas ya sabía que eran inútiles. Mercedes trató de retorcer su tronco de lado a lado para escapar de los cosquilleantes dedos amenazadores de Lisa, pero su estómago era fácil de seguir sin siquiera interrumpir un movimiento de un dedo, así de apretadas eran sus ataduras.

30 minutos eternos por otra mala decisión al “apostar”, pero de repente, las cosquillas se detuvieron y Lisa tomó el dado y se lo entregó a otra mujer, la mujer afroamericana corta y tetona que Mercedes reconoció el día anterior. Ella tiró los dados pero no pudo escuchar el numero sacado y hubo varias otras clientas rodando y silenciando la conversación una vez más.

La mujer afroamericana con sus cuidadas uñas caminó detrás de la mesa y desapareció de la vista. Una mujer alta y delgada, que parecía ser de la India y que llevaba un sari tradicional, caminó lentamente hacia Mercedes y se detuvo solo unos centímetros delante de ella, sonriendo ampliamente. Mercedes escuchó un ruido y sintió una sensación extraña en la parte inferior de la mesa. Una sección de la mesa había sido eliminada. Una repentina conmoción cosquillosa con una ola de risa incontrolada y una súbita hilaridad la alcanzó. Esto fue aparentemente estimulado por la afroamericana bailando sus uñas en todo el fondo desnudo de Mercedes. Ella chilló y se retorció pero no pudo escapar. Recordó a esta mujer que hacía cosquillas en el trasero de Ana y descubrió que su situación actual no era ninguna sorpresa.

"Apuesto a que también tenes cosquillas en otro lugar", escuchó con un acento muy marcado de Asia. Levantó las manos con los dedos moviéndose lentamente en el aire hacia su destino. Mercedes podía decir a dónde se dirigía. Todavía se tambaleaba de risa cuando una experta le tocaba las nalgas sensibles. Ella solo podía reír histéricamente, sacudiendo la cabeza suplicando

“NONONONONONONONONONONOHOHOHOHOHOHOAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJA"

Los dedos se posaron en los suaves y rosados pezones de Mercedes, siempre bailando con tanta suavidad y provocándolos que la sacaran de su mente. Alternando entre los delicados pechos de Mercedes, sus suaves y delicadas axilas y sus pequeñas y delicadas costillas, se retorció y rogó como nunca antes lo había hecho, pero fue en vano. Pasaron los diez minutos completos antes de que ella tuviera alguna pausa.

Al siguiente turno, vino un “6”, gritaron casi al unísono el número e hicieron una pausa. Todas las verdugas (menos Martina) se ubicaron alrededor de Mercedes con unas ansias de atacarla pero se contuvieron ante el andar de la anfitriona. Al posarse nuevamente sobre los pies de Mercedes, habla:

“Querida, le pegaste al gordo, salió 6. Y como no podemos dejarte fuera de esto, viene una segunda ronda de moned…”

Mercedes interrumpe groseramente llorando: “MALDITAS SEAN, NO QUIERO MAS COSQUIL…” seguido de un bofetón que la calló.

“Gracias, Kim. Como decía, viene una segunda ronda de moneda. De ganar, será nosotras 6 por 10 minutitos nomas, pero de perder, será nosotras 6 por una hora, y por tu insolencia, le sumaremos 10 minutos que con los sesenta, da un total de 70 minutos. Así que te vale ganar”

Martina se agacha y mira a la india en señal de aprobación: “A ver esos deditos cerrandoseeee…”

Mercedes después de aquel bofetón, no le quedó más remedio que acatar, mientras Martina, luego de preparar todo, toma una birome inservible y se sienta de vuelta quedando de frente a las plantas de meche:

“Mientras mi querida amiga Ruchika amablemente vierte aceite por tus pies, y sobre todo, donde está la moneda, voy a proceder a poner mi firma en tus plantas en señal de absolución de la deuda que vos tenes conmigo, si se cae la moneda, sabes lo que te espera, aun así, repetiremos si no me dejas firmarte, la condición para poner el gancho es que no muevas tus pies. Eso sí, por cada vez que se caiga la moneda, sabrás lo que se viene a la siguiente ronda de dados. Y no te irás hasta saldar todo, porque tenes que pagar la deuda en cosquillas, para saldar la deuda monetaria.”

Mercedes reunió todas las fuerzas posibles antes de que sus castigadoras iniciaran. Es la misma situación de un preso que está a punto de salir de condena, pero se le acusa de un delito en la cárcel que hace que se le duplique su estadía.

Ruchika empieza a verter el aceite, comenzando en los dedos gordos mientras que Martina empieza a simular escribir e iba cantando lo que “anotaba”. Mercedes aguantaba estoicamente sin reír a carcajadas pero si respirando muy fuerte hasta que Martina da con la bola del pie e inevitablemente estalla, cayéndose la moneda.

“Bueno, esto quiere decir, mi querida Mercedes, que tendrás que ser muy fuerte, porque nadie se ha bancado 70 minutos con 6 personas al mismo tiempo recibiendo cosquillas, aunque aguantó muy bien! Me faltan un par de palabras y la firma, lo podes aguantar en una sola ronda, querida?”

“Iiiiiiinnnnnfffff fuuuuuu, siiiiiiiiiiinnnnnfffff fuuuuuu siiiiiiiiiiiinnnnnfffff fuuuuuu, Iiiiiiinnnnnfffff fuuuuuu”

“Bueno, continuamos” poniendo de vuelta la moneda y Ruchika empezando a rociar nuevamente mientras que Martina cambia la planta para “escribir” cuando empezó a realizar la firma, una fuerza sobrehumana contuvo esa moneda sin caerse hasta que sintió que ya no escribían más.

“Muy bien Meche! (y las demás aplauden) después de hoy, sos una mujer libre de deudas con Martina Ruckerson”

Mercedes no sabía si reír, llorar, putear… solo quería irse. Pero se venía la sesión de 70 minutos ininterrumpidos y bastó que Martina diera media vuelta para empezar…

"¡Basta, por Dios, BASTAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJA! NO PUEDO SEGUIJIJIJIJIJIJIJI… NOPUEDOSEGUIRRIENDOMAAAAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJA AJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJA! ESTO ES INHUMANOJOJOJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJA"

No sabe cómo, pero los primeros 30 minutos Mercedes aguantó a cada mujer en cada punto cosquilloso. La afroamericana empezó a usar sus uñas sobre los pechos de meche. Siguió los bordes redondos de esas tetas con mucha delicadeza. La sensación que provocó, fue que sus pezones empezaron a responder al estímulo, endureciéndose nuevamente. Con una mujer a cada lado, una mujer por pie y una en la cabeza, Martina va a chupárle la concha. Con las piernas cuasi separadas y con mucha delicadeza, empezó a lamer los labios vaginales, lo hizo lentamente, metiéndola ocasionalmente en el conducto. La palpitación del nuevo contacto comenzaba a apoderarse de su cuerpo, y le hizo click en la cabeza, Mercedes estaba por perder el control.

"¡mmmmMMMM! ¡No! ¡Ahí no, ahí no! ¡POR FAVOR... AHÍ NO, AHÍ NO! ¡ mmmmMMMMjajajajajaja! ¡No, por Dios, ahí no!"

La intensidad de las cosquillas la estaban haciendo endurecer y flaquear al mismo tiempo. Luchaba por evadir las nuevas sensaciones causadas por el ataque a su entrepierna, pero sabía que no podría mantener su resistencia durante mucho tiempo más.

"¡POR EL AMOR DE DIOSJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJA! ¡YA NO MEJEJEJEJEJEJEJEJEJAJAJAJAJAJA HAGAN MÁS COSQUILLAS! LACONCHAJAJAJAJAJAJA LACONCHANOOOO NO AGUANTO MAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJA!"

La sensación del orgasmo, crecía sin pausa en ella mientras pasaban los minutos. De un momento a otro acabaría. Las cosquillas la hacían sufrir, y al mismo tiempo, estaban dándole un cúmulo de sensaciones mezcladas, que no podía asegurar que no le gustasen, así como no podía asegurar muy en su interior que no le gustó el fin de semana. Empezó a mover sus caderas, hacia los lados, luego se arqueó un poco, con la intención de presionar su clítoris más contra esa hábil y caliente lengua que estaba llevándola al límite.

“¡AAAHHHH! ¡NO! ¡AHHH, AHHH! ¡JAJAJAJAJAJAJA! ¡AHHH! ¡SÍ, SÍ! ¡SIIII! ¡MÁS COSQUILLAS! ¡DIOS! ¡SIIIAJAJAJAJAJAJAJA SÍ, MÁS, MÁS!” exclamó Mercedes fuera de control, sin ser verdaderamente consciente de lo que estaba diciendo. “¡NO SE DETENGAN! ¡SIGAN HACIENDO COSQUILLAS! ¡POR FAVOR, POR FAVOR!” Suplicó casi sin poder creer que estaba diciendo algo como eso.

A Mercedes, la cabeza le daba vueltas. No quería que la siguieran torturando y a su vez sí, pero estaba tan sumida por la excitación que su lujuria fue la encargada en dirigir las palabras hacia afuera.

"¡SIGAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJA! SIGAN HACIÉNDOME COSQUILLAJAJAJAJAJAJAJAJAQUIEROACABAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJA!" Exclamó sorprendiéndose de su pedido que iba aumentando otra octava de voz.

Las seis se miraron con cara de satisfacción casi acordando que habían logrado lo que querían mientras seguían. Hace 5 minutos habían pasado los 70, pero ninguna se dio cuenta y no había señal alguna de detenerse.

"JAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJABASTAJAJAJAJAJAJAJAJA, POR DIOS! ¡BASTA DE COSQUILLAS! JAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJA ¡HÁGANME ACABAR! ¡YA NO AGUANTO MÁS COSQUILLAS!"

Más gritaba Mercedes, más furiosas se ponían las 6. A esto se le suma que se le destraba la mano derecha y en vez de tratar de separar a alguna, lo que hizo fue agarrarle la cabeza por el pelo a la que besaba su boca para que lo hiciera más fuerte; una lamía cada pezón, con algún ocasional mordisco en ellos. Martina estaba en su concha y pasaba sus dedos por sus costillas y las otras 2 estaban chupándole los pies y pasándole la lengua por cada rincón de su planta. Con más de hora y media ininterrumpida, el cuerpo de meche era un volcán en erupción, le ardía como el propio infierno a causa de tanta estimulación; apartó con la mano libre a la que estaba besando y sus gritos tranquilamente podían escucharse por todos los empleados de la mansión:

JAJAJAJAJAJAJA SÍ! SÍ! SÍ! SÍ! SÍÍÍÍÍÍ! AHHHH SÍ! SÍ! SÍÍÍÍÍÍÍÍ! AHIII AJAJAJAJAJAJAJAJA SEGUÍ, AHHHH SÍÍÍÍÍ! SEGUÍ! SÍ! SÍ! JAJAJAJAJAJA SEGUÍ! SEGUÍÍÍÍÍ! NI SE LES OCURRA PARAR AHORA! SEGUÍÍÍÍ! AJAJAJAJAJAJAJAJAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAHHHHHHHHHHHHHHH SSSSSSSSSSSSSÍÍÍÍÍÍÍÍÍÍÍÍÍÍÍÍÍÍÍÍÍÍÍÍÍÍÍ!!

Mercedes tuvo un tremendo orgasmo. De un modo como jamás lo había tenido. Con la espalda arqueada, su gemido parecía el rugir de un león, y después de un largo suspiro placentero, se desmayó sin conciencia alguna, desconectada, su alma en algún universo y agotada total hasta la última barra de energía.

No hace falta decir que Mercedes recibió las cosquillas de toda una vida durante este fin de semana y realmente habría hecho cualquier cosa, absolutamente cualquier cosa, para que terminara. Y finalmente lo hizo. Fue liberada y cuando se despierta al día siguiente, se consigue con sus pies limpios pero sin esmalte, sin ninguna marca en su cuerpo y la ropa que llevaba el viernes, lavada, planchada y tendida cuidadosamente sobre la cama esperándola.

Después de un largo baño y vestirse, Martina la espero en su habitación a la salida del baño, pero esta vez Mercedes no se sorprendió, la saludó con mucha alegría y una sonrisa. Parecía que aparte de los criados, los demás se habían ido. El alquiler de Mercedes se pagó en su totalidad y ella no tendría otro pago adeudado sino hasta 30 días. Martina la invitó a repetir esta prueba cada dos meses a cambio de un alquiler e incluso le autorizaría la mudanza a un departamento nuevo y más grande. Esta fue una opción completamente voluntaria, por supuesto, extendida a meche debido a las excelentes críticas que Martina recibió sobre ella por parte de sus clientas. Mercedes se fue, conduciendo a su casa, contemplando seriamente si podría tolerar un nuevo fin de semana como este.

Pasado casi 2 meses, Mercedes va a verse con Martina. Esta vez lleva el dinero para el alquiler y al terminar la conversación, se acerca a la dueña de las propiedades, la mira a los ojos por unos segundos y le da un beso apasionado en la boca. Dentro del asombro de Martina (que no opuso resistencia alguna) meche le pregunta:

"Que tengo que hacer para que tus pies sean míos?"

A Martina se le pusieron los ojos como una nena colegiala enamorada y contesta: “soporta completa mi semana previa al evento bimensual con hombres y mujeres en la mansión, aprenderás en carne propia y te enseñare las mejores técnicas para hacer cosquillas, no solo en los pies, sino en cualquier parte del cuerpo, también te enseñare BDSM… y ese fin de semana, seré tu premio: yo seré tuya. Lo deseo a morir desde que te vi durmiendo el primer fin de semana, me gustas mucho. Desde que hago las reuniones, siempre fui la torturadora, siempre fui la mala, y siempre fui la Martina Ruckerson que pone la casa pero se me olvidó la última vez que alguien me usó como un juguete, casi desde mis inicios; se me olvido la Martina sumisa, se me olvido como suenan mis carcajadas, se me olvido sentir mis pies en un cepo y mis dedos atados… lo que vos pasaste con nosotras 6 es muy excitante, muy poderoso, muy relajante y poder revivirlo, me emociona mucho. Nunca esperé esta propuesta, porque nadie tuvo los huevos de pararse en frente y decirme la posta, pero gracias, lo hice bien en vos y quiero mucho tener a alguien con quien jugar de forma privada, alguien que sea mi torturadora y mi sumisa… Alguien con quién irme de viaje y conocer el mundo, alguien con quien compartir mis alegrías y mis fracasos, alguien que me putee de vez en cuando… Quiero tener a alguien a quien amar para vivir la vida.” mientras se le caían varias lágrimas luego de esta inesperada apertura del corazón de Martina.

Mercedes, sin dejarse de sorprender cada vez que habla con Martina, con los ojos aguados y sonrojada dice: “Nunca te lo dije, pero mil gracias por el tremendo fin de semana que me hiciste pasar. Eso me ayudó mucho, me saco de dudas, me clarifico la mente y terminé por tomarle gusto a este mundo. Es muy liberador, soy otra, más centrada, más segura de mi misma, más fuerte… Me siento muy bien y contenta! Vos… vos también me gustas much…” y sin dejar que Mercedes terminara, Martina se abalanza a meche fundiéndose en un fuerte y cariñoso abrazo, sinónimo de que se ha creado una estrecha conexión entre ambas mujeres.

“Tenemos un trato, seré ese alguien con quien jugar de forma privada, seré ese alguien que será tu torturadora y tu sumisa… seré ese alguien que le dará color y alegría a tu vida, nos divertiremos mucho juntas… a partir de ahora, somos pareja, somos novias” dice Mercedes susurrando en el oído de Martina luego de un par de minutos abrazadas como si no se hubieran visto en al menos 40 años. Martina sonríe llorando más lágrimas de alegría y gozo asintiendo con la cabeza, como si Mercedes hubiese sido su salvadora.

Después de mucho tiempo, la felicidad verdadera le ha tocado a su puerta.


Fin.
 
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